Simplemente conexo
Por
Paulina Lara
Estudiante de Artes Plásticas UDLAP
20 de enero de 2011
Estudiante de Artes Plásticas UDLAP
20 de enero de 2011
“El universo es una feria infinita cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna.”
Hermes Trismegisto
A propósito de Simplemente Conexo de Paulina Lara
Si al principio fue el punto, y luego nos volvimos línea, es decir nos alineamos (como el caminar de una hormiga en un anillo de Möbius), si en efecto el universo es curvo, y si la gravedad deforma todo en curvaturas que a primera instancia parecerían inverosímiles, entonces si vivimos rodeados de esferas. Como por contagio o herencia, la esfericidad viste de formas.
En este caso la esfericidad esencial de los cuerpos, o mejor dicho en las materias gravitacionales de ellos, es simulada a partir del estambre, forma original que Paulina encontró de “licuar” simbólicamente los entes escogidos para poder usarlos como Poincaré usaría un fluido de rotación.
La dación fenoménica que propone Simplemente conexo es más fiel que las cartesianas reducciones bidimensionales que limitan el alcance del punto; y nos obliga, mediante la reflexión, a destruir una ingenuidad: de la desconexión entre las representaciones dimensionales.
El punto es línea y la línea esfera, solo que no lo vemos. Enredarse en estambre no desemboca en la creación de una envoltura sino en la develación de una estructura, el estambre no viste sino desviste.
Estambrarse es destruir nuestros puntos en una fuga pánica de las líneas corporales. Tener un cuerpo se convierte en una resistencia gravitacional, que solo un estambre metafísico podría explicar visualmente. Y a la inversa si pudiéramos desenredar el cosmos, daríamos con el punto primigenio, acaso Dios o la Nada (Ojalá nunca podamos).
Micro-geometrías de la cotidianidad, que a veces nos disparan de nuestra comunidad euclidiana, micro geometrías que nos recuerdan la otra, la gran geometría universalista, y por eso operan como huella o residuo, no de una acción (enredar algo) sino de una forma de ser (es decir gravitar).
Ese modo de ser, etiquetado de la punta del ovillo, nos hace salir de la esfericidad contagiada a partir del lenguaje, es decir del nominalismo (recurso del taggeo) pero es solo una forma de no perder cierto afán referencialista, pues la esfera de estambre (en tanto signo) obviamente no se dice a sí misma.
Eduardo Sabugal
Enero 2011
Si al principio fue el punto, y luego nos volvimos línea, es decir nos alineamos (como el caminar de una hormiga en un anillo de Möbius), si en efecto el universo es curvo, y si la gravedad deforma todo en curvaturas que a primera instancia parecerían inverosímiles, entonces si vivimos rodeados de esferas. Como por contagio o herencia, la esfericidad viste de formas.
En este caso la esfericidad esencial de los cuerpos, o mejor dicho en las materias gravitacionales de ellos, es simulada a partir del estambre, forma original que Paulina encontró de “licuar” simbólicamente los entes escogidos para poder usarlos como Poincaré usaría un fluido de rotación.
La dación fenoménica que propone Simplemente conexo es más fiel que las cartesianas reducciones bidimensionales que limitan el alcance del punto; y nos obliga, mediante la reflexión, a destruir una ingenuidad: de la desconexión entre las representaciones dimensionales.
El punto es línea y la línea esfera, solo que no lo vemos. Enredarse en estambre no desemboca en la creación de una envoltura sino en la develación de una estructura, el estambre no viste sino desviste.
Estambrarse es destruir nuestros puntos en una fuga pánica de las líneas corporales. Tener un cuerpo se convierte en una resistencia gravitacional, que solo un estambre metafísico podría explicar visualmente. Y a la inversa si pudiéramos desenredar el cosmos, daríamos con el punto primigenio, acaso Dios o la Nada (Ojalá nunca podamos).
Micro-geometrías de la cotidianidad, que a veces nos disparan de nuestra comunidad euclidiana, micro geometrías que nos recuerdan la otra, la gran geometría universalista, y por eso operan como huella o residuo, no de una acción (enredar algo) sino de una forma de ser (es decir gravitar).
Ese modo de ser, etiquetado de la punta del ovillo, nos hace salir de la esfericidad contagiada a partir del lenguaje, es decir del nominalismo (recurso del taggeo) pero es solo una forma de no perder cierto afán referencialista, pues la esfera de estambre (en tanto signo) obviamente no se dice a sí misma.
Eduardo Sabugal
Enero 2011